- Categoría: Un solo Señor, una sola fe
No se puede admirar el icono del Hogar de la Madre sólo por su belleza estética; dentro está escondido todo un tratado sobre la vida espiritual. Con un lenguaje cercano y un espíritu animoso, la Hermana Blanca Fuentes, S.H.M., nos exhorta a la santidad y a la cercanía con Nuestra Madre a través de la explicación de este icono.
El sufrimiento es un tema que afecta a cualquier ser humano de toda época. ¿Son bienaventurados los que sufren? ¿Hay un sentido cristiano del dolor? Exponemos tres actitudes que uno puede tomar ante el dolor y cómo Jesucristo no vino a eliminar el dolor sino a redimirlo.
A veces, las tormentas que vivimos en la vida resultan ser acontecimientos privilegiados para el desarrollo de nuestra fe. La tempestad en el mar, descrita en el evangelio, simboliza también, en cierta medida, nuestra situación cuando en los momentos difíciles de las pruebas de la fe, en los momentos de una mayor o menor tempestad, nos parece que Jesús nos ha abandonado, que está ausente. Las tempestades que vivimos pueden ser de diversa índole: pueden tratarse de tentaciones de pecado, de escrúpulos; de temores por el futuro, por la salud, por el trabajo; de tempestades relacionadas con las dificultades matrimoniales; etc. Ante esas tempestades se pueden manifestar dos tipos de actitud: el temor, como en el caso de los apóstoles ante la tempestad; y la calma, simbolizada por Jesús dormitando en la barca.
Hoy la juventud es más reflexiva y solícita; ha visto y juzgado demasiadas cosas, y de todo ha querido formar un juicio personal. Sin duda, su madurez prematura es causa a veces de actitudes superficiales, pero en la comprobada insuficiencia de tantas ideologías y desviaciones, siente en sí el afán ardiente de algo firme y sólido, de una palabra decisiva que penetre toda la personalidad, de una orientación definitiva a la que entregarse con todas las energías del alma. En esta exigencia que brota imperiosa del fondo del ser, se presenta la figura, la palabra, la divina virtud de Cristo, Nuestro Señor (San Juan XXIII).
Gracias a la generosidad de nuestros bienhechores, hemos podido seguir hasta ahora. Pero las exigencias van siempre en aumento y con frecuencia surgen gastos imprevistos, como reparaciones, adquisición de nuevas máquinas, etc.
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