Compartiendo a Jesucristo: No busquemos dar la vuelta a la ley de Dios
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«Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí».
«Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí».
Nació el año 1568 cerca de Mantua, en Lombardía, hijo de los príncipes de Castiglione. Su madre lo educó cristianamente, y muy pronto dio indicios de su inclinación a la vida religiosa. Renunció en favor de su hermano al título de príncipe, que le correspondía por derecho de primogenitura, e ingresó en la Compañía de Jesús, en Roma. Cuidando enfermos en los hospitales, contrajo una enfermedad que le llevó a la muerte en 1591.
Megan Buckley vivió centrada ―durante su adolescencia y juventud― en el ballet y la danza. En ese ambiente fue testigo de cómo los bailarines maltrataban su cuerpo para alcanzar las medidas de belleza escénica corporal que se esperaba de ellos. A nivel de fe, tenía una familia católica, pero en realidad ella no tenía realmente una relación personal con Jesús, no había tenido un encuentro con Él. En la universidad Megan comenzó a frecuentar Iglesias protestantes donde, al principio, se sentía cómoda. Pero pronto comenzó a darse cuenta de que le faltaba la Eucaristía y los demás sacramentos. A partir de ese momento comenzó su regreso a la verdadera Iglesia. En la Eucaristía y el sacramento del perdón encontró el amor de Dios. Descubre toda su historia en Cambio de Agujas.
«No depende de ti sino de dejar obrar al Espíritu».
Si alguien entrara en una iglesia durante la adoración del Santísimo Sacramento sin conocer la fe cristiana, podría pensar: «¿Están adorando a un pan?». Sin embargo, aunque parece simplemente pan, la Eucaristía no es pan: una vez consagrado durante la Santa Misa, pasa a ser el mismo Jesucristo en persona. Dña. Beatriz Ozores Rey, licenciada en Ciencias Religiosas, nos explica a qué se refiere Cristo cuando dice que «quien come su carne y bebe su sangre no morirá para siempre»; nos acerca a los misterios de la vida eterna. Para hacernos conscientes de lo que significa estar frente a Cristo en este Sacramento, nos invita a examinar cómo nos acercamos a recibirle en la Santa Misa y si nuestra actitud, cuando acudimos a adorarle, es la más adecuada teniendo en cuenta que estamos delante de Dios.
Es uno de los cuatro santos de Cartagena. Cuatro hermanos santos: San Fulgencio (obispo de Écija), Santa Florentina (abadesa), San Leandro (obispo de Sevilla) y San Isidoro (obispo de Sevilla). Nació en el siglo VI. Consagró su vida a Dios desde su juventud en un monasterio de San Benito, llegando a ser madre de muchas religiosas. Fue abadesa e influyó notablemente en la formación y santidad de las religiosas de su congregación. Murió en Écija, en la primera mitad del siglo VII y fue enterrada en la catedral de Sevilla cerca de su hermano Leandro, obispo de esa ciudad.
Seguramente alguna vez en tu vida has escuchado la historia de Caperucita roja, ¿recuerdas la moraleja? Seguramente te viene muy bien recordarla. ¡Aquí la tienes, escucha con atención y aprende!
«¿Qué tal si desde hoy empezamos a leer los evangelios un poco cada día?».
¿Puede existir un derecho para acabar con la vida de alguien? ¿Se puede acabar con el sufrimiento acabando con la vida? El Dr. José Carlos Abellán Salort –profesor de Bioética y Derecho en la Universidad Rey Juan Carlos (Madrid)– nos explica, en este programa de «Entre Profesionales» dedicado a «El Bioderecho», que la legislación actual que regula la vida humana y su necesaria protección está creando una sociedad eugenésica en la que no se valora la vida.
Nació en Florencia en el año 1270, y provenía de una noble y rica familia. A los 15 años decidió ingresar en la orden Terciaria de los Siervos de María, fundada por su tío San Alejo. Pasado un tiempo, fundó la asociación de las Hermanas Religiosas de la Tercera Orden de los Servitas. Se caracterizó por su bondad, caridad, amabilidad y sobre todo por buscar el bien de todas las almas. Es patrona de los enfermos y protectora contra las enfermedades del alma. Murió en 1341 a la edad de 71 años.
«Dios nunca se deja ganar en generosidad».
Nació en Venecia en 1625, en el seno de una familia noble, rica y reconocida en la ciudad. Recibió una sólida formación religiosa e intelectual. A los veinte años fue escogido como acompañante del embajador Luigi Contarini, al famoso Congreso de Münster. Fue ordenado sacerdote en 1655 y más tarde obispo. En sus visitas pastorales se alojaba en casas humildes y comía con ellos, como uno más. Fundó la Congregación de los Oblatos de los Santos Prodóscimo y Antonio, en Padua. Murió en 1697.
Cristina Fernández Girón es una niña de once años. Su cariño y confianza por Nuestra Madre del Cielo nació en el seno de su propia familia, en la que es la pequeña de cuatro hermanas. Cristina conserva el recuerdo de rezar el rosario en casa siendo ella muy pequeña, antes incluso de saber recitar las oraciones. A sus once años explica que el rosario para ella «es cogerle el dedo a la Virgen».
Gracias a la generosidad de nuestros bienhechores, hemos podido seguir hasta ahora. Pero las exigencias van siempre en aumento y con frecuencia surgen gastos imprevistos, como reparaciones, adquisición de nuevas máquinas, etc.
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