La fraternidad sacerdotal

A pesar de que no hay ninguna regla que obligue al sacerdote a vivir la fraternidad sacerdotal, D. Pablo Ormazábal, sacerdote de la Diócesis de San Sebastián (España), considera que es una gran ayuda para el presbítero, siempre y cuando sea bien vivido. Puede ser que el Señor pida a algunos vivir en soledad, pero D. Pablo advierte que, si uno se descuida, puede recibir un enorme daño. Para muchos sacerdotes, puede ser un gran enriquecimiento vivir algún tipo de fraternidad sacerdotal. D. Pablo ofrece algunos consejos para saber cómo actuar frente a las pruebas en la lucha espiritual con respecto a la propia vocación.

  • «Y tú, ¿por qué no?» era la frase que se leía en la contraportada de la revista misionera «Aguiluchos» y que captó la atención de D. José García Hernández, sacerdote diocesano de Alcalá de Henares. Esas palabras le hicieron reflexionar en la posibilidad de que Dios pudiera llamarle para ser totalmente suyo. Transcurrido un tiempo de discernimiento, a la edad de 19 años, un Viernes Santo, experimentó que el Señor le decía: «Ya es tu momento. Déjalo todo y vente conmigo». Al año siguiente entró en el seminario.

     

     

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