«Cristo Rey y su Sagrado Corazón» es un docudrama realizado por HM Televisión. Durante los últimos seis años, HM Televisión ha ido publicando documentales especiales que presentaban a destacadas figuras del medievo: santa Juana de Arco, san Fernando, san Isidoro de Sevilla, san Bernardo de Claraval y, por último, San Luis, Rey de Francia. La intención era ayudarnos a redescubrir y comprender las raíces de la civilización occidental y de la identidad europea, «incomprensible sin el cristianismo». Este año, HM Televisión decidió darle una pausa a las figuras medievales para fijar la mirada en Aquel que es Eterno: Jesucristo, Nuestro Señor.

 

HM Televisión presenta «Cristo Rey y su Sagrado Corazón», docudrama producido en ocasión del centenario de la proclamación de la Solemnidad de Cristo Rey. Esta fiesta fue instituida por el Papa Pío XI, con la publicación de una encíclica Quas Primas, en la que el Papa urgía a la humanidad a aceptar a Jesucristo como Rey de nuestras vidas. A lo largo del documental descubriremos, entre otras muchas cosas: el misterio de la realeza de Cristo en sus raíces bíblicas y sus fundamentos teológicos; conoceremos la estrecha unión entre Cristo Rey y el Corazón de Jesús; veremos cómo podemos dejar que Cristo gobierne en nuestra vida; cuáles son los obstáculos que impiden su señorío sobre nuestra alma. Además, a través de escenas dramatizadas, conoceremos la historia de Sor María del Divino Corazón, una emisaria de Cristo Rey.

Con este tráiler, HM Televisión anuncia su próximo trabajo: «Cristo Rey y su Sagrado Corazón». Este docudrama se estrena en el centenario de la proclamación de la Fiesta de Cristo Rey. Fue instituida por su santidad el Papa Pío XI en 1925, con la renovación de la consagración del género humano al Corazón de Jesús. Esta consagración la había hecho, por primera vez, el Papa León XIII tras conocer las revelaciones del Corazón de Jesús a una religiosa de las Hermanas de Nuestra Señora de la Caridad del Buen Pastor: Sor María del Divino Corazón. Este documental nos permitirá descubrir la relación entre Cristo Rey y el Corazón de Jesús, además de los fundamentos bíblicos y teológicos de la realeza de Cristo. Veremos cómo se ha extendido el Reino de Dios a través de los siglos y qué ideologías pretenden suplantar su reinado. Descubriremos cómo dejar que Cristo reine y gobierne en nuestras vidas. Y conoceremos, a través de escenas dramatizadas enlazadas a la trama del documental, la historia de esta humilde religiosa a la que el Señor se reveló para que el mundo fuese consagrado a su Sagrado Corazón: Sor María del Divino Corazón.

¿Por qué ahora?

Podría empezar diciendo que el documental «Cristo Rey y su Sagrado Corazón» nació para señalar el centenario de la institución de la Fiesta de Jesucristo, Rey del Universo, promulgada por el Papa Pio XI, a través de la carta encíclica Quas Primas. No mentiría porque, en gran parte, fue así.

Sin embargo, la motivación profunda, el verdadero detonante para poner en marcha este trabajo, no fue ese. Fue el grito de unos pocos resonando con fuerza en mi corazón. Era el grito de quienes, zarandeados por las olas levantadas por las fuerzas del Mal –fuerzas que parecen dominar el mundo– desfallecían. Su esperanza era sostenida por una certeza: que toda la Creación pertenece al único Rey y Señor, Jesucristo. Y por un deseo: vivir en el señorío de Cristo.

Una generación que, no solo le ha dado la espalda a Dios, sino que le expulsa violentamente de la esfera social y trata de hacer desaparecer todo rastro de su existencia y de su acción, erigiendo al hombre como «señor del mundo», consigue que el futuro se presente como un tiempo inseguro y tenebroso. Conscientes de que la lucha nos abruma y sobrepasa, acudimos con filial confianza a quien tiene el verdadero poder «para recapitular todas las cosas en Él» (Ef 1, 10). A lo largo de la historia, el dedo de Dios se ha manifestado a través de pobres y pequeños instrumentos que conociendo sus limitaciones e incapacidades se han puesto en sus manos y le han dejado actuar libremente. Es una apuesta individual de cada hombre: un único sí puede cambiar el curso de la historia.

Después de la proclamación de esta Fiesta de Jesucristo, Rey del Universo, que tuvo lugar el 11 de diciembre de 1925, miles de hombres y mujeres, de un lado al otro de la tierra, derramaron su sangre al grito de «Viva Cristo Rey». Reconocían con este gesto de amor supremo que Jesucristo es Rey por derecho adquirido en el madero de la Cruz. Ellos sí habían entendido la trascendencia de sus vidas. ¿Estaremos nosotros a la altura necesaria para coger el testigo?

- Hna. Teresa María Pérez -

CONTENIDO

- Desde el principio: la primacía de Cristo sobre la Creación.

- Cristo Rey en el Antiguo y Nuevo Testamento.

- A través de los siglos: la extensión de la fe.

- La relación entre Cristo Rey y el Sagrado Corazón de Jesús.

- Papa Pío XI: Quas Primas y la institución de la fiesta de Cristo Rey.

- Él tiene que reinar.

- El Rey de nuestro corazón.

- La Madre del Rey.

- Llamados al Reino eterno.

 

-La vida de Sor María del Divino Corazón, representada escenas dramatizadas.

PRESENTADO POR DAVID CRUZ PALACIOS

INTERVIENEN

ESCENAS DRAMATIZADAS

A través de escenas dramatizadas, enlazadas a la trama del documental, conoceremos la historia de esta humilde religiosa a la que el Señor se reveló para que el mundo fuera consagrado a su Sagrado Corazón: Sor María del Divino Corazón.

Bta maria«Reinará por fin el Divino Corazón, a pesar de los que a ello se querrán oponer. ¡Dichosos aquellos de quienes será servido para establecer su imperio!» 

Santa Margarita María de Alacoque, religiosa de la Orden de la Visitación de Santa María, recibió tres grandes revelaciones del Corazón de Jesús en las que el Señor manifestó que su Corazón está apasionado de amor a los hombres. Se lamentaba también de la ingratitud de tantas almas y de cómo muchas no se acercan a Él a pesar de que Él las espera con misericordia. Pide la devoción a su Sagrado Corazón. En una ocasión en la que muchos enemigos ponían obstáculos a la extensión de esta devoción, el Señor le dijo a santa Margarita: “Reinaré a pesar de mis enemigos y de todos los que quieran oponérmeme”. La Santa experimentó en su corazón esta convicción: ¡Reinará!

Bta maria«De repente sentí en mi espíritu -mientras lo leía- un extraordinario movimiento, fuerte, suave y nada arrebatado ni impetuoso, con el cual me fui luego al punto delante del Señor Sacramentado a ofrecerme a su Corazón para cooperar cuanto pudiese a la extensión de su culto». 

El beato Bernardo de Hoyos, jesuita, durante sus estudios en Valladolid, conoció la devoción al Sagrado Corazón de Jesús a través de un libro del P. Gallifet. Tenía solo 21 años. Desde entonces Jesús abrió a Bernardo los tesoros escondidos en su Corazón, revelaciones que llegarán a su culmen con la Gran Promesa del 14 de mayo de 1733: «Pidiendo esta fiesta (del Corazón de Jesús) en especial para España, en que ni aún memoria parece que hay en ella, me dijo Jesús: Reinaré en España y con más veneración que en otras partes». A partir de este momento el P. Hoyos no descansará. Ocupará todo el tiempo disponible en escribir libros, hacer estampas y grabados, misiones populares... Hará todo lo posible para extender la devoción.

Bta maria«El Señor me dijo que elegía mi corazón para hacer su morada, para encontrar un lugar de reposo en medio del olvido del mundo». 

La beata María del Divino Corazón fue religiosa de la Congregación de Nuestra Señora de la Caridad del Buen Pastor. Nació en Alemania, pero el Señor guió sus pasos hasta la ciudad de Oporto, en Portugal. Allí, siendo superiora del convento y viviendo una entrega intensa a Dios y a las almas, el Señor le confió una misión: pedir al Papa León XIII la consagración del mundo entero al Sagrado Corazón. La beata María del Divino Corazón es conocida como «emisaria de Cristo Rey».

3 APÓSTOLES DEL CORAZÓN DE JESÚS

El documental hace mención a tres de los grandes apóstoles del Corazón de Jesús: santa Margarita María de Alacoque, el beato Bernardo de Hoyos y la beata María del Divino Corazón.

EMISARIA DE CRISTO REY

¿Qué relación hay entre Sor María del Divino Corazón, la petición que le hizo el Señor, la consagración y Cristo Rey?

La beata María del Divino Corazón pasó durante su vida por terribles sufrimientos que le llevaron a estar postrada en cama los últimos tres años de su vida. Desde allí dirigió el convento como superiora y no cesó en la propagación de la devoción del Corazón de Jesús.

La petición que el Señor le hizo, la consagración del mundo entero a su Divino Corazón, le hizo escribir al Santo Padre LeónXIII. Todo lo ofreció porque se pudiera llevar a cabo la consagración. No existe copia de la primera carta que escribió al Santo Padre, pero se conservan algunas ideas que transmitió a su confesor sobre lo que el Señor promete con la consagración: «Los obispos y los sacerdotes se harán más fervorosos, los justos más perfectos, los pecadores se convertirán, herejes y cismáticos volverán a la Iglesia».

En la segunda carta que escribió al Papa León XIII, le habló del deseo del Corazón de Jesús de «reinar y ser amado y glorificado». El Papa aceptó la petición y lo anunció en la encíclica Annum Sacrum en mayo de 1899. La consagración mundial tuvo lugar el 11 de junio de 1899. Sor María había muerto tan solo tres días antes.


Cuando Pío XI instituyó la fiesta de Cristo Rey, renovó la consagración de León XIII y pidió que se renovase en la fiesta de cada año. Esta consagración al Corazón de Jesús es, a la vez, una consagración a Cristo Rey.

Santísimo Padre:


Confundida y humillada vuelvo a los pies de V.S. para pediros humildemente que me permitáis hablarle otra vez.Vengo, con el más profundo respeto y con la sumisión más absoluta, a poner en conocimiento de V.S. algunas revelaciones nuevas que se ha dignado hacerme el Señor acerca del punto de mi primera carta.

Cuando el último verano aquejó a V.S. una indisposición que llenó de temor el corazón de vuestros hijos, Nuestro Señor me dio el dulce consuelo de que se dilatarían los días de Vuestra Santidad, a fin de que pudieseis llevar a cabo la consagración del mundo a su divino Corazón.

Mi dijo que después de cumplir ese deseo de su Corazón, debía prepararse y añadió: “En mi Corazón… consuelo… refugio seguro en la muerte y en el juicio” y dejóme con la impresión de que, después de haber hecho la consagración, V.S. acabaría pronto su peregrinación sobre la tierra.

La víspera de la Inmaculada Concepción hízome Nuestro Señor entender que, por el incremento que ha de tomar el culto de su Divino Corazón, haría Él brillar una luz nueva sobre todo el mundo, y me penetraron el corazón aquellas palabras de la tercera Misa de Navidad: Quia hodie descendit lux magna super terram. Y dijo: El brillo de esta luz iluminará a todos los pueblos y naciones, y su ardor los calentará”.

Reconocí los abrasados deseos que su Majestad tiene de que su Corazón adorable sea más y más conocido y glorificado, y de derramar la abundancia de sus dones y bendiciones por toda la haz de la tierra.

Él ha escogido a V.S. y dilatado sus días para darle esta gloria, desagraviar su Corazón ultrajado y atraer sobre vuestra alma las preciosas dádivas que manan de ese Corazón Divino, fuente de todas las gracias, asilo de paz y bienandanza. A la verdad, me siento indigna de comunicar todo eso aV. S., mas el Señor, después de haberme penetrado más y más de mi miseria, y héchome renovar el sacrificio de mí misma, como víctima y esposa de su Corazón, aceptando todo linaje de padecimientos, humillaciones y menosprecios, me dio el riguroso mandato de escribir de nuevo a V. S. acerca de este asunto.
Su deseo de reinar y ser amado y glorificado, y abrasar con su amor y misericordia todos los corazones es tan ardiente.

Dignaos bendecir a la que, besando respetuosamente el pie deVuestra Santidad, tiene el honor de repetirse de Vuestra Santidad, humildísima y obedientísima hija,

Sor María del Divino Corazón,
Superiora del Buen Pastor, de Oporto

Dulcísimo Jesús, Redentor del género humano, miradnos humildemente postrados delante de vuestro altar. Vuestros somos y vuestros queremos ser: y a fin de poder vivir más estrechamente unidos con Vos, todos y cada uno de nosotros espontáneamente nos consagramos en este día a vuestro Sacratísimo Corazón. Muchos jamás os han conocido; muchos, despreciando vuestros mandamientos, os han desechado. 


¡Oh Jesús benignísimo!, compadeceos de los unos y de los otros, y atraedlos a todos a vuestro Corazón Sagrado. 


Oh Señor, sed Rey, no solo de los hijos fieles que jamás se han alejado de Vos, sino también de los pródigos que os han abandonado: haced que vuelvan pronto a la casa paterna, por que no prezcan de hambre y de miseria.


Sed Rey de aquellos que por seducción del error o por espíritu de discordia, viven separados de Vos: devolvedlos al puerto de la verdad y de la unidad de la fe, para que en breve se forme un solo rebaño bajo un solo Pastor. 


Sed Rey de los que permanecen todavía envueltos en las tinieblas de la idolatría o del islamismo; dignaos atraerlos a todos a la luz de vuestro Reino. Mirad finalmente con ojos de misericordia a los hijos de aquel pueblo que en otro tiempo fue vuestro predilecto. Descienda también sobre ellos, como bautismo de redención y de vida, la Sangre que un día contra sí reclamaron.


Conceded, oh Señor, incolumidad y libertad segura a vuestra Iglesia; otorgad a todos los pueblos la tranquilidad en el orden: haced que del uno al otro confín de la tierra no resuene sino esta voz: Alabado sea el Corazón Divino, causa de nuestra salud; a Él se entonen cánticos de honor y de gloria por los siglos de los siglos.

Así sea.

PÍO XI - QUAS PRIMAS Y LA FIESTA

La fiesta de Cristo Rey, actualmente Solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo, fue instituida por el Papa Pío XI el día 11 de diciembre de 1925 a través de la encíclica Quas Primas. El Papa tiene presente los acontecimientos de la Primera Guerra Mundial, la falta de paz en el mundo, el avance del comunismo. Ve que no es posible una justa libertad y paz si los hombres no reconozcan, pública y privadamente, la realeza de Cristo:

 

«No solo exhortamos a buscar la paz de Cristo en el reino de Cristo, sino que, además, prometimos que para dicho fin haríamos todo cuanto posible nos fuese. En el reino de Cristo, dijimos: pues estábamos persuadidos de que no hay medio más eficaz para restablecer y vigorizar la paz que procurar la restauración del reinado de Jesucristo»

(Quas primas, 1).

 

«No sólo exhortamos entonces a buscar la paz de Cristo en el reino de Cristo, sino que, además, prometimos que para dicho fin haríamos todo cuanto posible nos fuese. En el reino de Cristo, dijimos: pues estábamos persuadidos de que no hay medio más eficaz para restablecer y vigorizar la paz que procurar la restauración del reinado de Jesucristo».

(Quas primas, 1)

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