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San Lorenzo presentó los tesoros de la Iglesia, ni oro ni plata, sino a los pobres.

Al igual que la mujer cananea también nosotros estamos llamados a crecer en la fe, a abrirnos y acoger con libertad el don de Dios, a tener confianza y gritar a Jesús: «¡Danos la fe, ayúdanos a encontrar el camino!».

«Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame. Porque quien quiera salvar su vida la perderá, pero quien pierda su vida por mí, la encontrará».

«El que quiera venir en pos de Mí, que se niegue a sí mismo, tome s cruz y me siga». No podemos llegar a la gloria, sin pasar por la cruz. 

«Danos, Señor, muchos, santos y sabios sacerdotes según tu sagrado Corazón». 

«La pureza me permite tratar a las personas como personas, y a mi mismo como persona. La impureza cosifica, esclaviza, la pureza en cambio personaliza, valora, y ,en consecuencia, libera». 

«En esa mirada de quien cree que ya se lo sabe todo pues tú, Jesús, no pudiste hacer nada».

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«Lo decía San Josemaría: que los santos se mueren con defectos pero se mueren luchando».

«¿Jesús, mi corazón es realmente una tierra buena donde puede germinar la semilla, soy capaz de reconocerte?».