10 minutos con Jesús: Entre Tú y yo
- Sección: Meditaciones-homilías
- Categoría: 10 minutos con Jesús
Que no sepa tu mano izquierda lo que hace la derecha. «Tu Padre, que ve en lo escondido, te recompensará».
Que no sepa tu mano izquierda lo que hace la derecha. «Tu Padre, que ve en lo escondido, te recompensará».
«Cuando el dueño de la casa se levante y cierre la puerta, os pondréis los que estéis fuera a llamar a la puerta, diciendo: "¡Señor, ábrenos!" Y os responderá: "No sé de dónde sois."
Entonces empezaréis a decir: "Hemos comido y bebido contigo, y has enseñado en nuestras plazas"; y os volverá a decir: "No sé de dónde sois. ¡Retiraos de mí, todos los agentes de injusticia!".»
El Señor siempre se da sin prisas y quiere que nosotros nos demos así también, y que sintamos el peso de las almas que tienen sed de Dios.
La turba apretujaba a Jesús, pero solo la mujer le tocó, porque, tocarle, significa creer en Él.
«Sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto».
«¿A qué es semejante el Reino de Dios? ¿A qué lo compararé? Es semejante a un grano de mostaza, que tomó un hombre y lo puso en su jardín, y creció hasta hacerse árbol, y las aves del cielo anidaron en sus ramas.»
«Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará».
El P. Christopher Hartley, en esta homilía de «Palabras de vida desde la misión», afirma que los que formamos parte de la Iglesia, nos convertimos en hermanos de Jesucristo, si estamos unidos a Él. Tengo que acoger su Palabra y dejar que me alimente, que me dé vida, y tener en cuenta que mi vida no me pertenece, sino que tiene que ser una vida entregada a Dios.
«Si alguno quiere venir en pos de Mí, que se niegue a sí mismo, que tome su cruz de cada día, y que me siga».
En esta homilía de «Palabras de vida desde la misión», el P. Christopher Hartley explica que, cuando Jesús nos pide algo, independientemente de lo que sea, siempre nos capacita para ello y no podemos andar buscando falsas seguridades… Es necesario fiarse totalmente de Él para poder dar frutos de vida eterna.
«Todo el que se ensalce, será humillado; y el que se humille, será ensalzado.»
Pidamos al Señor –y esforcémonos por conseguirla– la humildad de Pedro, para que seamos también roca donde el Señor pueda apoyarse.
En esta reflexión de «Palabras de vida desde la misión», el P. Christopher Hartley nos exhorta, con el Evangelio, a tener en cuenta que el Señor nos va a llamar y que no sabemos el día ni la hora. Por tanto, tenemos que ser vigilantes y vivir nuestra vida de tal manera, que, cuando venga, nos pueda decir: «Ven, bendito de mi Padre».
Señor, ayúdame a ser mirada que acoge, mano que alivia, palabra que consuela, abrazo de ternura.
Por aquellos días, Jesús se retiró al monte para orar y pasó la noche orando a Dios. Al hacerse de día, reunió a sus discípulos, eligió de entre ellos a doce, a quienes dio el nombre de apóstoles.
«Estad atentos, evitad la levadura de los fariseos y de Herodes».
Al Señor le duele nuestra dureza de corazón, por la que a veces no podemos reconocer la belleza de su humildad, la grandeza de su amor, la sencillez y mansedumbre de su Corazón.
Los mandamientos nos son prohibiciones, son muestras del amor de un Dios, que es Padre, y no quiere vernos sufrir.
«¿Pensáis que esos galileos eran más pecadores que todos los demás galileos, porque han padecido estas cosas? No, os lo aseguro; y si no os convertís, todos pereceréis del mismo modo.»
Deja que sea el Señor el que marque el ritmo de tu vida, no quieras controlarla tú.
Gracias a la generosidad de nuestros bienhechores, hemos podido seguir hasta ahora. Pero las exigencias van siempre en aumento y con frecuencia surgen gastos imprevistos, como reparaciones, adquisición de nuevas máquinas, etc.
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